Donante: La Historia de Theresa

Theresa Lundowski
Oneonta, Nueva York
Donante de células madre: 2020 y 2023
Nunca podría haber predicho lo inspirador que sería mi viaje con Be The Match (ahora conocido como NMPD).
El NMDP se dedica a ayudar a personas con cáncer de sangre u otros trastornos sanguíneos que necesitan un trasplante de células madre o médula ósea.
En 2017, mientras estudiaba en la universidad, me invitaron a unirme al registro del NMDP. Sentí que debîa inscribirme. Solo necesitaba una muestra rápida de la mejilla. Me comentaron que mis posibilidades de encontrar compatibilidad eran escasas.
Unos años después, olvidé por completo que me había registrado como donante. Entonces, en mayo de 2020, en plena pandemia, recibí un mensaje de voz de un representante del NMDP informándome que había encontrado a alguien compatible. Me quedé sorprendida. Al regresar el llamado al representante, nuestra conversación se extendió por casi dos horas. Me dijo que la persona necesitaba una donación de células madre de sangre periférica y revisó mi historial médico para determinar si yo era una posible donante.
Rápidamente programamos una cita para hacerme análisis de sangre. Tuve que repetirlos varias veces para asegurar la precisión de los resultados y verificar que estaba lo suficientemente sana como para donar mis células madre.
Exactamente 61 días después, recibí la llamada confirmando que efectivamente yo era la mejor opción para el receptor y que querían proceder conmigo como donante principal.
Programamos la donación para el 24 de noviembre de 2020, solo dos días antes del Día de Acción de Gracias.
Antes de donar, necesitaba tres inyecciones diarias de filgrastim para que las células madre pasaran de la médula ósea al torrente sanguíneo. Mi coordinador y yo hablamos sobre las diferentes maneras de administrarme las inyecciones. Podría aplicármelas yo misma, ir al hospital para que me las pusieran o pedirle ayuda a alguien. Por suerte, un compañero de trabajo que había trabajado como técnico de emergencias médicas se ofreció amablemente a ayudarme con las inyecciones.
Me inyecté filgrastim durante cinco días seguidos. Antes de empezar, me informaron sobre los posibles efectos secundarios, como dolor articular, muscular y óseo, náuseas y dolor de cabeza.
El primer día, no experimenté muchos efectos secundarios, solo dolor de cabeza y molestias en las caderas. Sin embargo, al segundo día, los efectos secundarios se intensificaron. Sufrí un dolor articular y muscular considerable, además de una migraña que persistió durante varios días. Me recomendaron tomar Tums® para aumentar mis niveles de calcio y Claritin® para aliviar algunas molestias.
Tenía previsto donar en el Hospital Strong Memorial de Rochester, Nueva York, que estaba a aproximadamente una hora en auto desde mi casa. Me enteré allí, que como mis venas no estaban en las mejores condiciones, necesitaría una vía central para la donación.
El 24 de noviembre de 2020, llegué al hospital temprano, alrededor de las 6 a. m., y me colocaron la vía central. Aunque el procedimiento fue un poco incómodo, no sentí mucho dolor, solo una ligera presión durante la colocación.
Una vez colocada la vía central, me llevaron a una habitación privada para continuar con la donación.
El personal del hospital fue fantástico. Atendieron todas mis inquietudes y me tranquilizaron. Después de unas 6 o 7 horas, terminé la donación y me fui a casa.
Al día siguiente, me sentía agotada y solo quería relajarme. Por suerte, todos los efectos secundarios del filgrastim desaparecieron tras la donación.
Durante todo el proceso, no pude contactar con el receptor; toda la experiencia fue anónima. Tendría la oportunidad de intercambiar información de contacto con mi receptor una vez transcurrido un año.
La donación fue una experiencia muy emotiva para mí. Al principio, me sentí emocionada por la oportunidad. Aun así, no podía dejar de pensar en los desafíos que enfrentaba el receptor. Siempre mantuve la esperanza de que mis células madre marcarían la diferencia en su camino hacia la sanación.
Un año después, tras donar mis células, pude contactar con mi receptor. Contactarlo desató un torbellino de emociones. Compartimos nuestras experiencias, cada uno aportando información sobre nuestro viaje.
Finalmente nos conocimos en persona por primera vez en abril de 2024, fue uno de los momentos más inolvidables de mi vida.
En febrero de 2023, recibí otra llamada del NMDP. Para mi sorpresa, me enteré que habían encontrado a otra persona. Me tomó completamente por sorpresa. Había asumido que la probabilidad de encontrar a alguien compatible era relativamente baja, pero ahí estaba, encontrando a alguien por segunda vez.
El proceso de donación se sintió mucho más rápido esta vez. Tenía programada mi donación para el 13 de abril, solo dos meses después de recibir la llamada. Seguí los mismos pasos que mi primera donación, pero a diferencia de mi primera donación, tuve que viajar de Nueva York a Zion, Illinois. Mi coordinadora fue increíble y se encargó de todos mis trámites, y NMDP se hizo cargo de todos mis gastos.
Cuando llegué al hospital el día de mi donación, me enteré de que, en lugar de usar una vía central para recolectar mis células, me colocarían una vía intravenosa en cada brazo: una para extraer la sangre, que luego se enviaría a través de una máquina de aféresis para extraer las células madre, y la otra para devolver la sangre procesada a mi cuerpo. Todo el proceso duró unas tres horas, y después, regresé a mi habitación de hotel y tomé mi vuelo a casa al día siguiente.
Siete meses después de mi segunda donación, me enteré del fallecimiento de mi segundo beneficiario. Esta noticia me impactó profundamente. Sentí una profunda tristeza por su pérdida y al darme cuenta de que mi donación no había brindado la ayuda que todos esperábamos. Empecé a preguntarme si podría haber hecho más.
Mi coordinadora del NMDP me brindó un apoyo increíble durante este momento difícil y me ayudó a iluminar la situación. Me recordó que, gracias a mi donación, mi beneficiario tenía siete meses más de vida. A menudo pienso en él y su familia, reflexionando sobre quién era más allá de su enfermedad.
Experimenté altibajos emocionales durante mis donaciones, pero lo volvería a hacer sin dudarlo. Fue una experiencia invaluable. Animo de todo corazón a todos a inscribirse o a inspirar a otros a hacerlo, porque nunca se sabe quién podría beneficiarse de su ayuda.